Un País y Diferente
Este año pasado y el pasado del
pasado hemos tenido elecciones, ¿verdad?
Algunas de ellas no han servido
para encumbrar a figura alguna hasta el sillón presidencial. El mes de
diciembre, además del sorteo de Navidad, antes que éste incluso, hubo
elecciones, el 20D. Escribo estas letras y no para recordarles esto, no.
Escribo porque después de
razonar, después de intercambiar “tweets”, después de ver y escuchar debates,
unos sesgados y otros… también, después de leer la prensa, después de escuchar
la radio, después de escuchar las cuñas de publicidad gratuita…, después de
todo esto, me pregunto varias cosas.
¿Es nuestro país democrático?
Esta pregunta es una pregunta sencilla de contestar pero, a mi juicio, podría
contener un sentido perverso. Dependería de quién me hiciera la pregunta, en
algún caso podría pensar que tengo poco que responder. Me gustaría saber explicar
este sentimiento. Lo intentaré.
También me pregunto: ¿Quién
ostenta el poder real en la sociedad? ¿Podría una o unas personas honradas,
confiadas, que pensasen que las demás también lo son, ser buenas representantes
de los ciudadanos y ciudadanas de este país?
Sí, sí, claro.
También me pregunto: ¿La clase
política debiera ostentar ese poder antes mencionado o bastaría con ser
representantes de la ciudadanía? Son también, qué duda cabe, integrantes del
poder ejecutivo y legislativo pero… ¿esto qué significa?
¿Sabe cada persona que resulta
elegida como diputado/a que debe trabajar para intentar mejorar el ente al que
representa? Un diputado nacional deberá trabajar por el bien de España, por el
de los españoles; una alcaldesa, al igual que un concejal, trabajará por el de
sus localidades, por el bien de sus vecinos y vecinas. Es fácil, ¿no? Sí, pero
hay que añadir el matiz de “en general”.
Estos representantes debían
buscar el buen fin para la generalidad, no para la generalidad de unas pocas
personas o de un grupo con intereses cercanos, o de uno mismo. Bien, creo que
esto es trivial.
Hablaba de democracia antes.
Decía que intentaría explicar un sentimiento personal de manipulación, así lo
he percibido algunas veces cuando nos dejan el saco lleno al lado, “coged toda
la que queráis, cuánta más, mejor”.
Y es que les cuento, después de
los debates y de algunos periódicos, y de algunas cuñas publicitarias, y de
más…, pues que veo injusto que tanta democracia olvide a algunos
representantes. Naturalmente me he
fijado en detalles pero también me he fijado, y mucho, en las generalidades.
Pues que no esperaba que se
acabase del todo el bipartidismo y tampoco que se desinflase el efecto popular
de los partidos llamados emergentes. Pero mucho menos esperaba que se
menosprecie la labor de otros partidos como…
¿Para qué voy a andarme por las
ramas? No esperaba que la labor de UPyD mereciera un trato tan desigual al dado
a otros partidos que aspiran a contar sus programas.
Tampoco esperaba el débil reflejo
que causa toda esta labor de UPyD en la sociedad española, quizás no hayan
sabido contarla bien, quizás no ha interesado a las personas influyentes de
este país. Puede que no interesase.
En definitiva… "No a las puertas giratorias"
podría ser un inicio donde buscar, o el origen de algunas denuncias a
personajes y entes sospechosos… Los representantes de UPyD no han aceptado
asomarse a esas puertas y sí trabajaron y pagaron muchos procesos contra la
corrupción...
Pero investiguen por ustedes
mismos. Me permito decirles que no esperen escuchar noticias o leer artículos
sobre esta agrupación, no hay mucha oportunidad. ¿Por qué?
Hoy, ya en febrero de 2017,
después de bastantes semanas con este escrito preso del disco duro, he leido un
tweet de Andrés Herzog y he recordado la emoción.
Sí, la emoción ante los logros
jamás pensados. Recuerdo emocionarse a mi padre hace muchos años. Parecida
circunstancia la he sentido, pensando en la política, pocas veces en mi propia
persona.
Una de ellas fue escuchando al
señor Herzog, en un debate televisivo, explicando el programa de UpyD, aún
pareciendo ingenuo, lo reconozco. Un apunte, según mi diccionario de la Real
Academia Española, la palabra ingenuidad significa:
“Candor,
falta de malicia”.
Y candor, por si acaso,
significa:
“Sinceridad,
sencillez, ingenuidad y pureza del ánimo”.
No puedo decir mucho más. Bueno,
sí.
Otro momento emocionante para mí
fue escuchar un discurso del señor Gorka Maneiro, exdiputado vasco por UpyD.
Fue en el Parlamento vasco, una de tantas comparecencias, el más activo en su
‘promoción’. Habló muy claramente definiendo algunos que otros sentimientos.
La verdad, no puedo decir más.
Sólo confío que los diccionarios de las distintas Comunidades Autónomas no
hayan adaptado algunas palabras o sus significados a la conveniencia política
según el momento…, y si es así, ¡qué avisen, por favor!