Buen comienzo éste:
“Serenos y alegres,
valientes y osados,
cantemos soldados
el himno a la lid.”
Si acaso lo de soldados lo podemos interpretar como ciudadanos y aldeanos en general, y lo de la lid como la lucha diaria en todos los frentes menos en el de batalla, batalla…
A ver éste:
“Púrpura y oro:
querer y lograr;
tú eres, bandera,
el signo del humano afán.”
O este otro:
“Juntos con ellos
cantemos de pie
la vida nueva y
fuerte de trabajo y paz.”
Y mira que recuerdo cómo nos enseñaron aquello del...
“…sobre el azul del mar,
el caminar del sol.”
Hablo de nuestro himno nacional, el español. Desde la primera estrofa de arriba, parte del Himno de Riego, republicano, hasta unas frases de Eduardo Marquina o el último extracto, de José María Pemán, no ha habido acuerdo y/o interés para aceptar como buena letra alguna.
Cada estrofa, cada letra de cada uno de ellos, está motivada por unas circunstancias históricas y por cómo las vivieron quienes escribieron o suscribieron o dejaron escribir.
El fin perseguido, enaltecer lo propio, divulgar las hazañas y riquezas nacionales y certificar la propiedad de éstas y su compromiso de defensa a ultranza de lo nuestro, de nuestra tierra y sentimientos.
Pero el caso es que a día de hoy no tenemos himno. No es que haga falta pero… Me he sorprendido leyendo himnos de otros países y letras de canciones, así como preguntándome si es mejor o no contar con himno nacional o recurrir al “chun ta chun ta…” ¿Cambiaría algo nuestra forma de vivir por España?
Bien, pues he encontrado letras bonitas, historias que contar y cantar, que despiertan sentimientos de unión y orgullo. Pero la verdad es que muchas, la mayoría de los himnos, hablan de luchar y defender, de conquistar, de un Dios nacional que protege sesgadamente a los míos y ‘confunde’ a los extranjeros…
Con todos los respetos, honrar la historia, el pasado, el esfuerzo de tantos, es encomiable y necesario pero me parece que no serían un buen ejemplo para un himno actual, demasiado beligerantes la mayoría, muy motivadores, muy propias en otros tiempos, de colonialismo y luchas armadas, sin tapujos, de guerra limpia, sin cuartel.
Por ejemplo, en el himno británico hablan, además de dar gloria a su perpetua Reina, de:
“¡Oh Señor Dios,
dispersa a nuestros enemigos,
y hazlos caer!
Confunde sus pícaros trucos,
confunde su política,
en ti nuestras esperanzas ponemos,
¡Dios salve a la Reina!
No sólo en esta tierra
Dios misericordioso,
¡de costa a costa!
Señor, haz ver a las naciones,
que los hombres son hermanos,
y forman una familia, en todo el mundo.”
En este último párrafo lo arreglan un poco bastante, una familia mundial. Sólo le falta añadir: bien avenida, una familia bien avenida, en todo el mundo, ¡la repera limonera!
La verdad es que este himno es bastante comedido, muy sutil. Lo de que Dios tome parte en su lucha y confunda los pícaros trucos y la política de los enemigos tiene bastante miga, muy gracioso me parece a mí, e injusto.
Otro ejemplo, el himno de los Estados Unidos. En él, desde el amanecer hasta la noche se libra un fiero combate pero las estrellas y las barras acaban desplegándose sobre tierra de libres, aún allí, también allí, en la costa lejana.
Defienden su tierra natal de un torpe invasor y dan gracias a Dios, que les dio paz, libertad y honor. ¡Ah!, y triunfan porque su causa es el bien.
También leí el himno francés, también en él aparece el Gran Dios, y la guerra, los feroces soldados enemigos y la patria francesa como una máquina de producir nuevos héroes para sustituir a los perecidos en la batalla.
No tiene desperdicio aquello de:
“Perdonad a estas pobres víctimas
que, contra su voluntad,
se arman contra nosotros”,
y lo del final:
“¡Que la victoria acuda bajo tus banderas
al oír tus varoniles acentos!
¡Que tus enemigos moribundos
vean tu triunfo y nuestra gloria!”
Tras estos himnos, también leí el alemán. Fue el primero donde no encontré la palabra Dios. De él destaco:
“Alemania, Alemania sobre todo,
sobre todo en el mundo…”,
esto lo repiten en la primera parte del himno, mientras que en la segunda repiten aquello de:
“Mujeres alemanas, lealtad alemana,
vino alemán y canciones alemanas
seguirán muy estimadas en todo el mundo,
y nos inspirarán a hazañas nobles…”
Definitivamente me gusta más la última parte, donde dicen:
“Unidad y justicia y libertad
son el voto de la felicidad…”
Si es que no aprendemos porque no queremos.
Pero no, a los españoles no nos han servido hasta ahora letras como éstas. Quizás no las hemos buscado demasiado, tal vez no las hayamos leído una segunda vez, o... seguramente no hubo acuerdo de adopción y aprobación.
He intentado aprender de otros himnos, de sus letras, y me gusta, la verdad, con todo el respeto, más la música que la letra de todos ellos.
Demasiado belicismo e imperialismo… Si acaso, me gusta el ruso y el italiano, que dicen, respectivamente, algunas frases como:
“Un vasto espacio para sueños y vidas
nos abre los años futuros,
nos da fuerza la lealtad a la patria.
¡Así fue, así es y así será siempre!”;
o también:
“Unámonos y amarnos unos a otros,
Unión, y el amor.”
Bonito mensaje el de contar con espacio para soñar y vivir, con perspectiva de futuro y siendo leales, para siempre.
También bonito el mensaje italiano de unirnos y amarnos.
Y es que hay un gran colorido mundial en todos ellos, muchos mensajes, muchos sentimientos, y distintos.
No quisiera pasar por alto algo de lo que dice el himno chino. ¡Qué espíritu!
“¡Levantaos, los que rehúsan la esclavitud!
Con nuestra carne y sangre,
alcemos una nueva Gran Muralla.”
Vaya si la alzan.
También el himno de Irán quería mencionar, por sus buenas palabritas. Me ha llamado la atención aquello de:
“Tu mensaje, ¡Oh Imam!, de la independencia y libertad
está impreso en nuestras almas.”
No quería olvidar el himno japonés. Se reduce a un homenaje a su emperador, del estilo del ‘Dios salve a la reina’ inglés:
“Que vuestro reinado, Señor,
dure mil generaciones,
ocho mil generaciones,
hasta que las piedras
se hagan rocas,
y de ellas brote el musgo.”
Natural sí es, eso no se lo quita nadie, y digo yo, cuando haya brotado el musgo de las rocas, ¿alguna generación más? O nos plantamos ya.
Una de mis letras favoritas es ésta:
“Oh Dios de toda la creación,
bendice nuestra tierra y nación.
La justicia sea nuestro blindaje y defensa,
podamos morar en unidad, paz y libertad.
La abundancia se encuentre
dentro de nuestras fronteras”,
esto dice, entre otras letras, el himno de Kenia. La justicia como blindaje y defensa, ¿qué os parece?, morar en unidad, paz y libertad. ¿Alguien da más? La abundancia dentro de nuestras fronteras, la leche, vamos…
Tengo que escribir acerca del himno australiano, un súper himno, hasta cinco copiosos versos. Os transcribo parte de lo que se canta en el primer verso:
“Todos los australianos alegrémonos,
porque somos jóvenes y libres.
Contamos con el suelo de oro y la riqueza del trabajo.”
Además de estas líneas, también es destacable el sentimiento de aupar a todas las comunidades sajonas como integrantes de la nación australiana y repiten al final de cada verso, lo siguiente:
"Advance Australia Fair!"
Cambiando totalmente, leí el himno de Cuba pero no lo transcribo, ni siquiera aquellas dos primeras estrofas que son las utilizadas oficialmente. Básicamente por no dar ideas.
Para terminar este muestrario escueto de letras y algunos sentimientos mundiales, copio una parte del himno mexicano que, aunque una amenaza parece, me apetece verla como una frase que detalla el amor y la determinación por defender lo propio.
“Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.”
Mientras tanto, España sigue sin himno. Si cogiéramos lo mejor de todos los que hemos leído, habría para hacer uno bien hermoso pero no sería el de la ciudadanía española.
Un himno debe ser emotivo, motivador, resultado de una ensalada de aquello que nos enorgullece… que nos une como nación…
¡Ah!, perdón…