domingo, 16 de septiembre de 2012

La muda ilusión

Recupero hoy unas letras que escribí el siglo pasado. Con este escrito simplemente pretendo recordarme la importancia de...

Bueno, mejor, leed y dadle o no importancia a...

Érase una vez una chica. Como cada mañana, llegaba a trabajar en coche, buscaba su aparcamiento, no un aparcamiento cualquiera, el aparcamiento. Era su sitio, era su palco, donde cada mañana reafirmaba la alegría de despertarse una vez más, donde volvía a dar las gracias por poder ser.

Eran las 7:50, todavía un poquito más. Mientras, escuchaba la radio, miraba la puerta cerrada de su oficina y esperaba el momento..., ese momento. Miraba la esquina, el telón estaba a punto de levantarse... Ahí está, ¡qué alegría de nuevo!, ¡qué entusiasmo!, ¡qué energía!

Le deseaba buenos días, que tengas un buen día, todo en silencio, a esa figura que cruzaba todos los días a la misma hora por delante de ella, con una frescura y una energía..., ¿ya te lo dije?

Todas las mañanas, la chica aparcaba frente a su oficina, justo en la esquinita, esperando a la figura que hacía que el día fuese mejor. Un buenos días mudo y con la sonrisa nueva, a trabajar. “Hasta mañana”.

Un día, esa chica, después de su cruce de miradas, de su saludo mudo, después de ser un día más, comenzó su jornada laboral, una jornada que le llevó a media mañana a hacer una gestión en... Allí fue y allí pasó que... Allí estaba él. Cuenta la historia que se rompió el saludo mudo y que se saludaron y se escucharon como si estuvieran solos. Un buenos días tan solo, pero un buenos días para ellos dos, los demás no estuvieron ahí.

Sólo ese buenos días bastó, la llenó y la hizo pensar y cuentan que escribió lo siguiente:

 “Hoy, por fin, he podido cantar los buenos días que siempre había reservado al aire que cortabas con tu paso ágil, mañanero, tan difícil de ver...,  ¡sigue así!”

Sigue la historia que, al día siguiente, como de costumbre, el primer coche aparcado en ese cruce era el de la chica, y que la hora del encuentro entre miradas no se produjo puntualmente. La chica, preparada para salir y preparada para comenzar su jornada... dio los mudos buenos días y sonrió.

También cuenta la historia que, al día siguiente, esa chica no pudo aparcar en la esquinita y, contenta, aunque algo desorientada por un momento, dejó los buenos días para que esperaran por ella.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Sobre himnos y letras

Buen comienzo éste:
“Serenos y alegres,
valientes y osados,
cantemos soldados
el himno a la lid.”

Si acaso lo de soldados lo podemos interpretar como ciudadanos y aldeanos en general, y lo de la lid como la lucha diaria en todos los frentes menos en el de batalla, batalla…

A ver éste:
“Púrpura y oro:
querer y lograr;
tú eres, bandera,
el signo del humano afán.”

O este otro:
“Juntos con ellos
cantemos de pie
la vida nueva y
fuerte de trabajo y paz.”

Y mira que recuerdo cómo nos enseñaron aquello del...
“…sobre el azul del mar,
el caminar del sol.”

Hablo de nuestro himno nacional, el español. Desde la primera estrofa de arriba, parte del Himno de Riego, republicano, hasta unas frases de Eduardo Marquina o el último extracto, de José María Pemán, no ha habido acuerdo y/o interés para aceptar como buena letra alguna.

Cada estrofa, cada letra de cada uno de ellos, está motivada por unas circunstancias históricas y por cómo las vivieron quienes escribieron o suscribieron o dejaron escribir.

El fin perseguido, enaltecer lo propio, divulgar las hazañas y riquezas nacionales y certificar la propiedad de éstas y su compromiso de defensa a ultranza de lo nuestro, de nuestra tierra y sentimientos.

Pero el caso es que a día de hoy no tenemos himno. No es que haga falta pero… Me he sorprendido leyendo himnos de otros países y letras de canciones, así como preguntándome si es mejor o no contar con himno nacional o recurrir al “chun ta chun ta…” ¿Cambiaría algo nuestra forma de vivir por España?

Bien, pues he encontrado letras bonitas, historias que contar y cantar, que despiertan sentimientos de unión y orgullo. Pero la verdad es que muchas, la mayoría de los himnos, hablan de luchar y defender, de conquistar, de un Dios nacional que protege sesgadamente a los míos y ‘confunde’ a los extranjeros…

Con todos los respetos, honrar la historia, el pasado, el esfuerzo de tantos, es encomiable y necesario pero me parece que no serían un buen ejemplo para un himno actual, demasiado beligerantes la mayoría, muy motivadores, muy propias en otros tiempos, de colonialismo y luchas armadas, sin tapujos, de guerra limpia, sin cuartel.

Por ejemplo, en el himno británico hablan, además de dar gloria a su perpetua Reina, de:
“¡Oh Señor Dios,
dispersa a nuestros enemigos,
y hazlos caer!
Confunde sus pícaros trucos,
confunde su política,
en ti nuestras esperanzas ponemos,
¡Dios salve a la Reina!
No sólo en esta tierra
Dios misericordioso,
¡de costa a costa!
Señor, haz ver a las naciones,
que los hombres son hermanos,
y forman una familia, en todo el mundo.”

En este último párrafo lo arreglan un poco bastante, una familia mundial. Sólo le falta añadir: bien avenida, una familia bien avenida, en todo el mundo, ¡la repera limonera!

La verdad es que este himno es bastante comedido, muy sutil. Lo de que Dios tome parte en su lucha y confunda los pícaros trucos y la política de los enemigos tiene bastante miga, muy gracioso me parece a mí, e injusto.

Otro ejemplo, el himno de los Estados Unidos. En él, desde el amanecer hasta la noche se libra un fiero combate pero las estrellas y las barras acaban desplegándose sobre tierra de libres, aún allí, también allí, en la costa lejana.

Defienden su tierra natal de un torpe invasor y dan gracias a Dios, que les dio paz, libertad y honor. ¡Ah!, y triunfan porque su causa es el bien.

También leí el himno francés, también en él aparece el Gran Dios, y la guerra, los feroces soldados enemigos y la patria francesa como una máquina de producir nuevos héroes para sustituir a los perecidos en la batalla.

No tiene desperdicio aquello de:
“Perdonad a estas pobres víctimas
que, contra su voluntad,
se arman contra nosotros”,

y lo del final:
“¡Que la victoria acuda bajo tus banderas
al oír tus varoniles acentos!
¡Que tus enemigos moribundos
vean tu triunfo y nuestra gloria!”

Tras estos himnos, también leí el alemán. Fue el primero donde no encontré la palabra Dios. De él destaco:
“Alemania, Alemania sobre todo,
sobre todo en el mundo…”,

esto lo repiten en la primera parte del himno, mientras que en la segunda repiten aquello de:    
“Mujeres alemanas, lealtad alemana,
vino alemán y canciones alemanas
seguirán muy estimadas en todo el mundo,
y nos inspirarán a hazañas nobles…”

Definitivamente me gusta más la última parte, donde dicen:
“Unidad y justicia y libertad
son el voto de la felicidad…”

Si es que no aprendemos porque no queremos.

Pero no, a los españoles no nos han servido hasta ahora letras como éstas. Quizás no las hemos buscado demasiado, tal vez no las hayamos leído una segunda vez, o... seguramente no hubo acuerdo de adopción y aprobación.

He intentado aprender de otros himnos, de sus letras, y me gusta, la verdad, con todo el respeto, más la música que la letra de todos ellos.

Demasiado belicismo e imperialismo… Si acaso, me gusta el ruso y el italiano, que dicen, respectivamente, algunas frases como:
“Un vasto espacio para sueños y vidas
nos abre los años futuros,
nos da fuerza la lealtad a la patria.
¡Así fue, así es y así será siempre!”;

o también:
“Unámonos y amarnos unos a otros,
Unión, y el amor.”

Bonito mensaje el de contar con espacio para soñar y vivir, con perspectiva de futuro y siendo leales, para siempre.

También bonito el mensaje italiano de unirnos y amarnos.

Y es que hay un gran colorido mundial en todos ellos, muchos mensajes, muchos sentimientos, y distintos.

No quisiera pasar por alto algo de lo que dice el himno chino. ¡Qué espíritu!
“¡Levantaos, los que rehúsan la esclavitud!
Con nuestra carne y sangre,
alcemos una nueva Gran Muralla.”

Vaya si la alzan.

También el himno de Irán quería mencionar, por sus buenas palabritas. Me ha llamado la atención aquello de:
“Tu mensaje, ¡Oh Imam!, de la independencia y libertad
está impreso en nuestras almas.”

No quería olvidar el himno japonés. Se reduce a un homenaje a su emperador, del estilo del ‘Dios salve a la reina’ inglés:
“Que vuestro reinado, Señor,
dure mil generaciones,
ocho mil generaciones,
hasta que las piedras
se hagan rocas,
y de ellas brote el musgo.”

Natural sí es, eso no se lo quita nadie, y digo yo, cuando haya brotado el musgo de las rocas, ¿alguna generación más? O nos plantamos ya.

Una de mis letras favoritas es ésta:
“Oh Dios de toda la creación,
bendice nuestra tierra y nación.
La justicia sea nuestro blindaje y defensa,
podamos morar en unidad, paz y libertad.
La abundancia se encuentre
dentro de nuestras fronteras”,

esto dice, entre otras letras, el himno de Kenia. La justicia como blindaje y defensa, ¿qué os parece?, morar en unidad, paz y libertad. ¿Alguien da más? La abundancia dentro de nuestras fronteras, la leche, vamos…

Tengo que escribir acerca del himno australiano, un súper himno, hasta cinco copiosos versos. Os transcribo parte de lo que se canta en el primer verso:
“Todos los australianos alegrémonos,
porque somos jóvenes y libres.
Contamos con el suelo de oro y la riqueza del trabajo.”

Además de estas líneas, también es destacable el sentimiento de aupar a todas las comunidades sajonas como integrantes de la nación australiana y repiten al final de cada verso, lo siguiente: 
"Advance Australia Fair!"

Cambiando totalmente, leí el himno de Cuba pero no lo transcribo, ni siquiera aquellas dos primeras estrofas que son las utilizadas oficialmente. Básicamente por no dar ideas.

Para terminar este muestrario escueto de letras y algunos sentimientos mundiales, copio una parte del himno mexicano que, aunque una amenaza parece, me apetece verla como una frase que detalla el amor y la determinación por defender lo propio.
“Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.”

Mientras tanto, España sigue sin himno. Si cogiéramos lo mejor de todos los que hemos leído, habría para hacer uno bien hermoso pero no sería el de la ciudadanía española.

Un himno debe ser emotivo, motivador, resultado de una ensalada de aquello que nos enorgullece… que nos une como nación…

¡Ah!, perdón…

lunes, 3 de septiembre de 2012

Hoy

Hoy me siento raro,
esta tarde especialmente.
Busco lo que no puedo encontrar,
lo añoro y no, no está.
Me cuesta hablar al explicarte,
miro alrededor para recordar.


Hoy me siento triste,
esta tarde especialmente.
Repito lo que no puedo compartir,
lo revivo y no, no está.
Me cuesta escribir al contarte,
escucho alrededor para no olvidar.


Y me pasó: no poder hablar;
callé, por la alegría, por la pena,
por lo contento de escucharos,
necesito pensar en viernes.
Atrás otra semana, entera,
¡qué gozada compartir besos!


Ese pensamiento, el de acercarme,
esa necesidad, grandiosa,
mucho más que la del pan ganarme,
me guía desde que el lunes salgo,
a la mañana, tras unos besos
y unas caricias, dedicadas al cuidado.


Hoy me siento…
No sé cómo decirte.
Hoy me siento…
No sé cómo expresarte.
Bueno, hoy,
hoy me siento solo.

domingo, 12 de agosto de 2012

Un camino cualquiera


¡Qué contento estoy! Lo estoy porque tengo ganas de hacer cosas, porque tengo un trabajo, porque quiero a mi familia -se dan cuenta del orden, cuantitativa y cualitativamente no es el real pero es significativo que sea éste y no otro-; bien, pues hoy escribía contento y pensaba que así me sentía.

Feliz no, hay demasiadas situaciones en el mundo que me hacen no saber por qué existe esa palabra. Pero sí contento, insisto.

Les explico.

Tengo ganas de hacer cosas. Tenemos planes, ilusiones: “mañana podemos dar un paseo por la playa”, eso es que estamos bien, no nos duele nada, o casi nada, y podemos permitírnoslas. Hasta hoy, pasear por la playa sale barato. Mañana espero que también.

Algo más. ¡Tengo trabajo! Tengo un trabajo, a veces dos. Después de ser un desempleado durante bastante tiempo y un revisor de correos electrónicos, a la vez que una persona dispuesta a emigrar, a emigrar para acertar, a acertar para aceptar, a aceptar para ganar, a ganar para gastar, a gastar para pensar, a pensar para emprender, a emprender para perder, a perder para soñar, a soñar para vivir, a vivir…, a la vez que sonreía cuanto podía, pues después de eso y de volver a estudiar y a gastar, después, recibí una oferta para trabajar, ¡trabajar!

Media jornada, a 85 km de casa; lo soñado, vamos. Casi no es una ironía lo anterior. Media jornada significa mucho más que multiplicar cero trabajos por mil. Sí, jornada completa es más que media jornada pero para dar un paso hay que mover una pierna antes que otra. Respecto a los 85 km, Noruega ‘pilla’ más lejos y acababa de mandar un currículum allí…

Después tuve aquello que una amiga me dijo, la suerte del trabajo, trabajo llama a trabajo. Antes de empezar en mi nuevo empleo donde acepté las condiciones de mis empleadores, tuve varios días de trabajo como camarero. Altas de un día, viajes al Servef, (¿os conté mis sensaciones cada vez que tuve que ir a la oficina de desempleo?, uf… no tomé notas, supongo que para olvidar pronto, lo puedo resumir en desasosiego, desesperanza, desconsuelo, daría para otro escrito), rememoré también saludos a una bandeja, recuerdos de la época de estudiante, reencuentros con gente entrañable y con gente eludible también.

Todo eso, y más, me encontré para hacer boca en aquello de volver a trabajar. Resultó que los 85 km se tornaron más próximos al tener la oportunidad momentánea de residir cerca del trabajo. Buen detalle ese. La familia quedaría, eso sí, a esos 85 km desde el lunes al viernes. Eso es difícil de buenas a primeras pero como buena y primera necesidad está la de tener dignidad y soy más digno –para mí mismo- cuando echo de menos a mi familia, sobre todo las tardes, pero tengo un ingreso en la cartilla del banco que no dice “…prestación por… o subsidio por…”, además casi es un compromiso patriótico.

Vamos, que me encontraba y me encuentro dichoso echando de menos a la familia durante la mayor parte de la semana. La situación se ha recompuesto en la época estival. La familia me acompaña durante gran parte de este tiempo. He tenido bastantes contradicciones dentro de mí, difícil aceptar lo bueno cuando estás esperando lo peor. Y es que mi confianza no está por encima de la media. No confío en este presente actual, me encuentro remando hacia una boya sin saber si habrá isla después, de península no hay rastro. Pero tengo ganas de remar, a veces me quitan los remos, o a mí eso me parece.

Ayer, un compañero del trabajo por días me llamó. Necesito seguirle porque estoy sin remos. La familia sigue cerca, menos mal. Todo sigue parecido, en agosto hace calor, hay mucha gente sensible, pero mucha, mucha gente valiente. Yo me quedo con ella, ¡qué contentos estamos!

jueves, 9 de agosto de 2012

Ortografíate


Quería hablar acerca de la ortografía, sí, de aquella ciencia que hace que tardemos mucho, pero mucho, tiempo en escribir un mensaje a otra persona. Esto, ya sea por internet como por sms, como por carta…. ¿Alguien de ustedes sigue escribiendo cartas a las amigas y los amigos? Ah, ya, ya…
No, ya, pero sí por internet y por sms. Bendita tecnología y es que la culpa es del tiempo. No sabemos más ortografía porque no trae a cuenta. Cuando escribes meticulosamente algo así como:
“¿Qué te cuentas? Llegué la semana pasada. Estoy en la casita de mis padres. Tengo ganas de verte. Te espero hoy por el parque sobre las 6.” Cuando vayas a llegar, tu interlocutor/a está decidiendo si lee el mensaje, lo manda descifrar o si era de algún desconocido. Si acaso os veis por el parque, te mirará raro y pensará: “Vaya sms q m ha mandao, m lo habrán cambiao”, porque tu interlocutor/a está acostumbrado/a a:
“””Ke qntas? Llegué la smana pasada. Stoy n la ksita d mis padres. Tngo ganas d vrt. T spro hoy x el parke sobr las 6””” . Y no exagero. Claro, claro, lo entiendes porque lo leíste en el párrafo anterior, que si no ya estarías haciendo el sudoku como yo.
Esto es porque acostumbran a la mente a los jeroglíficos y a los mensajes cifrados. Los muy jóvenes dominan esta ciencia, están acostumbrados a esto. Son grandes estudiosos de esta técnica, que avanza a diario hasta límites insospechados. Para ellos es sencillísimo resolver estos enigmas y crear nuevos a diario. Sí.
Bueno, y hablando de ortografía, debíamos aprender de la juventud, se me ocurre alguna que otra palabreja que se podría evitar y dejar de usar, porque digo yo: bastante complicada es la vida. Hay que trabajar, estudiar, compartir, madrugar, comer, …
A propósito, también hay que responder a aquella pregunta de: ¿qué hacemos mañana de comer?;  o limpiar la ducha al salir de ella, que digo yo, si me duché para dejar de sudar, ya la limpio mañana antes de ducharme, si eso.
¿He dicho lo de acordarse de qué comí ayer?, ¡qué pregunta más tonta!, ¡pero la mar de recurrida! Y no digo nada lo difícil de coincidir en el momento e intensidad de deseo sexual para practicar sexo con tu pareja, realmente difícil, casi, casi imposible…  Cuando a ella le apetece, escribo, estoy viendo deporte o estoy en lo más interesante del libro, o me iba ya… Cuando a mí me apetece, ella tiene que escribir, está viendo deporte o eso tan chulo, o está en lo mejor del libro, o tiene que hacer aquello que te dijo,  o se iba ya...
Es que la vida es complicada, sí. Sobre todo cuando llevas más de diez años casado con la misma persona, a la que sigues queriendo ¿cómo el primer día? Pues ya no me acuerdo.
Bien, pues buscando hacer la vida más fácil, a mí, que me gusta escribir, me parece que evitar palabras que no sabes cómo escribir es un buen consejo y una buena decisión. Sí, sí, parece tonto y de Perogrullo pero… ¿es que no has visto faltas en la prensa?, ¿o en un subtítulo de una peli?, ¿o en el folleto de las rebajas?, ¿o en el cartel de una tienda?
  Un ejemplo que me asalta a diario: tienda con su cartelito bien grande y bien mono, y en él dice: Bricolaje, que, en muchas tiendas y almacenes dedicados a él, también he visto escrito:
´Bricolage´.
¡Qué delito dedicarte a un tipo de negocio y no saber cómo escribir la denominación de éste o no cuidarte de saberlo! En este caso, es que cada vez que pides un permiso, una licencia, un trabajo de publicidad y marketing, le pegas una patada al diccionario. Trabajo en la tienda de bricolajjjjejeje… , con j de jefe, debía decir. Y no, ‘bricolage’ con g de geranio, jejeje…, que diría una chica que sé yo que le da alergia, que no alegría.
Que digo yo: aprendes equivocándote… eso es verdad, pero los que mandaron hacer, los que hicieron y los que pagaron el cartel no aprenden. Si hubieran aprendido, corregirían esa falta. No sé, con corrector, con el lapicito blanco ese, con una J sobre la G, o con un círculo rojo sobre la falta. Sería simpático, mira la nota que he sacado, un 0. Eso por equivocarme. O sea, que no es verdad que se aprende equivocándote, no siempre al menos. Se aprende dudando.
Si hubieras dudado, ¿es con J o con G? Voy a buscarlo en el diccionario, en el de la Real Academia, ¡no vaya a ser! Claro, claro, así sí. Con lugar a dudas aprendes un montón, sin lugar a dudas.
Así que duda cuanto puedas y, no lo olvides, cuando vayas a encargar el cartel, debes llevarte el diccionario, que después dudas, ¿cómo era? Sí, si lo miré a cosa hecha. Sí, puede pasar.
Que también hay un plan B. Tenía yo unas profesoras cuando… o más, mucho tiempo atrás, que te decían ante una redacción, usad sinónimos cuando no sepáis cómo escribir determinada palabra.
A ver, en situación, he de encargar un cartel superchulo y supercaro donde se lea “Bricola…e para toda la familia”, y no recuerdo cómo escribirlo y se me ha olvidado el Diccionario de la Real Academia de la Lengua y me da corte pedir que me ayuden…
Sí, claro, en el cartel vamos a poner: “Brico…”; no, mejor: “Todo para las reformas, …”; no, mejor aún: “Todo para tus chapuz…”; “…o para las manualidades…”; “De todo un poco…”; difícil este ejemplo. Si hubiera traído el diccionario de sinónimos al menos…
Pero os cuento cómo haría si fuese mi caso, mandaría hacer el cartel al instante. Su precio es por letras. Tantas letras, tanto dinero por letra, tanto cuesta.
¿Os acordáis de los sms? ¿Para qué poner bricolaje cuando con brico estamos en la onda, cuesta la mitad y no te equivocas?
Pues eso: BRICO. Con b al principio, de las altas, ¡eh! ¡No vaya a ser al final…!

miércoles, 8 de agosto de 2012

Sobre la reforma, la huelga y sobre las personas

¡Qué de palabras y qué de personas y qué de situaciones me ha hecho recordar el haberme cruzado con el grupo de manifestantes que partió (hace ya casi 3 meses) de la Universidad de Alicante!

Hoy, después de leer algunas noticias sorprendentes, retomo unos apuntes del día 22 de mayo y releo y retoco esas letras; decía en él que hay huelga del sector público de nuestra Educación.

Docentes y alumnado se unen a otras asociaciones, fundamentalmente sindicatos, para protestar contra los recortes presupuestarios previstos para este sector. Sin haber aterrizado aún la reforma educativa, se complica algo más el panorama social en nuestra querida España.

Quería compartir lo que he sentido cuando he visto a estas personas junto a una numerosa dotación de policía nacional y de guardia civil. La policía local intervenía tan solo cortando el tráfico de vehículos pero la policía nacional acompañaba a docentes y alumnado, los acorralaba. Desde luego, esta manifestación de este colectivo debía ser segura y nuestros cuerpos de Seguridad son la herramienta adecuada para ello.

Sentí rabia y sentí tristeza por verme reflejado en la cara de tantos alumnos y alumnas, pensé en mis hijos; también por ver a grupos de docentes universitarios rodeados de policía. Naturalmente deben preservar la seguridad de los manifestantes pero me pareció un ejército desproporcionado, teniendo en cuenta que no hay enemigos en esta discusión social. No debe haberlos.

Igualmente exagerado este despliegue desde el punto de vista económico. Supongo que se pensó en un mayor despliegue pero éste también se recortó.

Hablando de recortes educativos, naturalmente hay que cuadrar las cuentas. Hay que gastar por debajo de lo que se ingresa. O ésto, o tenemos unos ahorros previos, un colchón, que no es el caso, o tenemos una financiación adecuada y asumible... Está claro que nuestro Gobierno tiene que gastar por debajo de lo que ingresa pero -merece la pena pensarlo dos y más veces-, ¿no puede ahorrarse de otra forma?

La reforma laboral se podría aplicar a todos los españoles por igual o sólo a colectivos que vayan a trabajar por cuenta ajena. ¿Un político trabaja por cuenta ajena? No entro en ideología alguna pero autónomos, asalariados, empresarios, todos estos colectivos, hoy día, han aceptado la calidad de vida que se pueda en cada caso, y gracias a trabajar más. ¿La clase política también?

Sí, muy ambigua y tópica esta forma de contarlo pero es que hay barras de medir muy dispares y en la mayoría de casos el esfuerzo para una positiva adaptación a la realidad ha sido enorme, está siendo enorme. En algunos casos, se llega al límite y seguimos sin zafarnos de esta presión.

No ayuda a sobrellevar este esfuerzo el leer un periódico o escuchar la radio. El cúmulo de noticias donde se denuncian actitudes reprobables y aptitudes dudosas de personas, físicas o jurídicas, que cobran de los presupuestos generales del Estado es más que vergonzoso, por numeroso y por el escaso eco que consigue. Sirven estas noticias como piedras arrojadizas en el congreso o en las campañas electorales de turno, de la izquierda a la derecha y de la derecha a la izquierda.

Bueno, puede ayudar leer ese periódico o escuchar esa emisora. Hace poco leí acerca de la necesidad de difundir historias, lecturas positivas de la etapa que estamos viviendo, escritos que te hagan llamar a una persona querida y contarle, que te hagan pensar que todo va a ir, seguro, mejor... Me viene a la cabeza alguna historia y alguna persona a la que contaría... Buenísima iniciativa que seguir.

Busquemos esos periódicos, esos programas, esos ratos donde disfrutemos y hagamos disfrutar. No pude hacerlo hoy, no tuve ganas de llamar a nadie. Tropiezo con un artículo sobre una profesora que se entera de ser despedida por el cajero automático... y con otro sobre un robo a supermercados por parte de jornaleros... y con otro sobre una estafa por parte de una agencia de...

Antes de disfrutar, definitivamente, toca apechugar, ... es verano, quizá ese factor sea decisivo. Demasiado calor para movilizarse, sólo leemos y escribimos. Llegará septiembre ... y el cole, el insti y la uni, y ...

jueves, 3 de mayo de 2012

Persona que ejerce la política...

Hace años creía saber qué significaba ejercer o dedicarse a la política. Pensaba que un o una político debía ser una persona que debe trabajar por los demás, y también por los suyos, que debe haber elegido la forma de hacerlo antes de empezar; que debe atender a parámetros equilibrados, coherentes y consensuados.

Esa persona debe estar suficientemente preparada, técnica, social y moralmente. Debe tener una mentalidad de ahorro, de productividad y de eficacia acentuada. Conviene que no esté reñida con la humildad y con la vergüenza.

Tendría que ser también una persona que pueda agradecer con esfuerzo su cargo. Ah, ¿no lo dije?, debe ser una persona honrada, ¿cómo no? Y es que, lo creo así, con esa capacidad de sacrificio y la honradez no bastaría actualmente para representar a sus iguales.

Hace falta mucho más. ¿Qué tal valentía? Pero no cualquier valentía, aquella que permita combatir la injusticia; aquella que le lleve a enfrentarse con el poder sin temer ser apartado por él. Difícil con las reglas actuales pero ilusionante si fueran las reglas comunes para todos y todas.

Y no terminé aún. Creo que debía contar con grandes dosis de sensibilidad, empatía, ilusión e inteligencia. Debía ser una persona envidiable por sus valores, no por el valor de su patrimonio actual o futuro. Muy importante la educación en valores, contenidos no tan transversales como se califican.

¡Qué suerte tuve! Conocí, y muy bien, a un entusiasta de la política. ¡Cómo disfrutaba compartiendo y escuchando!

Esa política es la que necesita este mundo.

Bien, bien, leo lo anterior y es obvio y previsible lo que he escrito. Cualquiera a quien preguntáramos daría ideas parecidas pero... entonces..., ¿por qué no valoramos a nuestra clase política?, ¿por qué esta clase política no representa realmente a la sociedad? ¿Es que ellos y ellas no piensan igual? ¿Por qué desconfiamos de sus capacidades?

No hablo de colores u orientaciones, dentro de los valores cabe la diversidad, por supuesto. Hablo de las bases del juego, las más primitivas, de aquellas prioridades que no alcanzan a desterrar la corrupción, por ejemplo; de ciertas leyes, decretos, reglamentos, instrucciones, de todo aquello que permite lo injusto por fácil, lo ambiguo por pícaro, lo difícil por obra y gracia del poder; del dinero, vamos.

Con las prioridades actuales es difícil creer en un futuro razonable y justo para los inquilinos del mundo de entonces. Falta algún que otro engrase en las personas, todas, que lo hacemos marchar y alguna nueva pieza que nos vaya recomponiendo un destino para el camino actual que recorremos.

Para terminar, para aclararme. Hablamos de España, año 2012, estamos ahorrando, mayormente, a costa de oprimir a los más débiles. Hasta el Senado tiene su justificación de ser pero no lo que cuesta, tampoco la monarquía (y mira que es difícil escribir esta frase después de tantos años orgulloso de ellos...); ¡cómo me acuerdo de aquellos detalles, papá! Pienso mientras escribo: el amor a esa familia real se ha transformado en clamor por la diferencia abismal entre las inquietudes, ¡con la que está cayendo!, de unos y otros durante la batalla, porque esto es una batalla, siempre pacífica. Una pelea serena, pero activa, por mantenernos en los mercados: en el del trabajo, en el de la dignidad...

Siguiendo con nuestro querido país, la financiación de algunas comunidades y de bastantes ayuntamientos, los gastos en asesores y altos cargos, las dietas y gastos en transporte y alojamientos de la clase política,... ¿Podría reducirse el gasto llevando una justa opresión hasta ellos? Que sepan que estamos aquí.

Sigo un poco más: ¿por qué cobran los integrantes del funcionariado local y de nuestras comunidades autónomas más que los estatales, con igual nivel laboral?, ¿de verdad todo esto no puede ser de otra forma?

Y, además, ¿debemos aceptar que los mercados financieros tengan tanto poder? Ponen y quitan en función de sus intereses. ¿Podemos aceptar que mueran de hambre personas, cerca o lejos de aquí? Eso no se refleja en las bolsas, y sí que puede ser consecuencia de la voracidad de éstas.

No debemos permitirlo. Volviendo a nuestro "pain for Spain". ¿Hay que aceptar los recortes?, ¿hay que aceptar la reforma laboral?, ¿hay que aceptar la prima de riesgo?, ¿y el ÍBEX?,...

Hay que esforzarse, más todavía. Hay que "apechugar"... Habrá que aceptar las facturas que debamos y pagarlas, seamos Estado, Banco, Comunidad, Ayuntamiento, Monarquía, contribuyente,... o político.

Comencemos con buen pie.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Winnenden, acerca de la sostenibilidad de su premio

Winnenden: el Barrio Más Sostenible del Mundo
Antes de leerme, leed (si quereis, eh)

http://www.hogarismo.es/2012/03/27/premio-a-el-barrio-mas-sostenible-para-winnenden-alemania/

Sostenible no sé, elitista en gran medida.
Realmente es un barrio modelo para residir, todo parece encantador. Se me ocurre pensar en algunos indicadores de densidad de población y, también, de densidad de usos. Estas densidades podrían ser excesivamente bajas.
La primera lo sería en cuanto que la mayor parte de construcciones parecen viviendas unifamiliares. Esto encarecerá y puede no hacer tan sostenible el mantenimiento de los servicios.
En cuanto a la densidad de usos, es un barrio cercano a la ciudad pero eminentemente residencial. En una cultura alemana puede seguir siendo sostenible pero no lo termino de ver aquí. Me recuerda algunos barrios donde los pequeños comercios locales no reciben el apoyo de sus vecinos, donde para llevar a los más pequeños al colegio hay que hacerlo en coche, donde la gran mayoría de gente activa no trabaja cerca porque no hay oficinas, industria, servicios, ..., ni pasa su tiempo de ocio tampoco por falta de dotaciones, ciertos establecimientos, ...
Me ha encantado lo que he leído, lo que he visto del barrio, las fotos, bastante, pero hablando de sostenibilidad, me hubiera gustado más haber leído acerca de los colegios que hay, de la industria existente que se ha reconvertido en sostenible y emplea a gente del barrio, de calles dispuestas como supermanzanas donde los coches no estén invitados, de un floreciente comercio a pie de calle, ...
Insisto, me encantó Winnenden. Quizás en España no estemos preparados todavía pero cuando lo estemos, lo podremos mejorar.

Quizás volviendo a aquello del barrio viviendo la calle y en la calle. Algo de civismo, bastante, habrá que recopilar para ello.

Mi desorden ordenado podría parecerse a esto.



La gente disfrutando del barrio. La unión de todas vuestras aportaciones podría mejorar Winnenden; a mayor diversidad, mejor. Así lo creo, ¿y tú?

domingo, 11 de marzo de 2012

El espantapájaros TEO

En el patio de un colegio, en la tarde soleada, en la sombra bajo ese árbol, unos chicos juegan. Una de las niñas cuenta una historia a un niño, uno muy especial. Es la historia de TEO, el espantapájaros feo.

En una granja donde el agua, los árboles, el Sol y el viento acompañaban a Tom, el granjero, los pájaros paraban a disfrutar de la belleza de ese paraje. Tom había plantado calabazas, patatas, boniatos, lechugas, tomates, cebollas, ..., un montón de ricas hortalizas.

No le gustaba que los pájaros comiesen o picasen en sus huertos y bancales. Por eso, creó, no, formó un espantapájaros. Era un palo con dos ramas como brazos, con algo de paja y un sombrero viejo.

Ese espantapájaros era todo menos espantoso. Para los pájaros era delicioso encontrarlo, les parecía hermoso, era hasta mágico. Teo, que así se llamaba el espantapájaros, contaba historias a los pájaros y también les preguntaba acerca de otros lugares. Aprendió mucho de ellos.

Una mañana, mientras el granjero trabajaba cerca del espantapájaros, éste le sonrió y Tom se quedó mirando. Se quitó el sombrero y le puso el suyo, bastante más bonito y nuevo que el viejo de paja que Teo había llevado hasta entonces. El espantapájaros se sintió bien con su nuevo sombrero y sonrió pero no vió sonreir a Tom. Ninguno vió sonreir al otro pero ambos estuvieron contentos.

Esa tarde, Tom puso ropa nueva a Teo. Los pájaros estaban cerca. Teo, que siempre había hablado muy bien de Tom a los pájaros, ahora les contaba todo lo que el granjero lo cuidaba. Le hizo un buen traje y lo colocó a la sombra, con sombrero nuevo y paja fresca, con ropa alegre y limpia.
 
 

Los pájaros hicieron una fiesta en honor a Teo y trajeron nuevas semillas de flores y frutas para celebrarlo. Como recogieron mucho, lo que sobró lo plantaron en una esquina del bancal de Tom, donde éste siempre decía que no crecería nada, donde la tierra parecía seca.

Cada pájaro plantó lo que le sobró, se regó boca a boca, pico a pico y ...¡menuda sorpresa! Al poco tiempo, ese huerto pasó a ser un huerto lleno de hortalizas, pero también de frutos y colores. Los pájaros pasaban cada vez más tiempo con el espantapájaros, con el atractivo encantapájaros Teo.

A Tom también le gustaba pasar las tardes escribiendo y leyendo junto a Teo.

Esa niña terminó el cuento describiendo las flores y el niño escuchó el cuento viendo a esa flor e imaginando colores. Colorín, colorada, ya no es lila sino morada.



martes, 6 de marzo de 2012

En breve, o ya, la evolución de la enseñanza...

Este escrito que compartiré aquí me lo envió un grandísimo amigo. A veces, sólo a veces, y gracias, la realidad no supera a la ficción...

EL AVANCE EN LA ENSEÑANZA


ENSEÑANZA DE 1960:

Un campesino vende un saco de patatas por 1000 ptas. Sus gastos de producción se elevan a 4/5 del precio de la venta. ¿Cuál es su beneficio?


ENSEÑANZA TRADICIONAL DE 1970:

Un campesino vende un saco de patatas por 1000 ptas. Sus gastos de producción se elevan a 4/5 del precio de venta, esto es, a 800 ptas. ¿Cuál es su beneficio?


ENSEÑANZA MODERNA DE 1980:

Un campesino cambia un conjunto P de patatas por un conjunto M de monedas.

El cardinal del conjunto M es igual a 1000 ptas., y cada elemento vale 1 pta. Dibuja 1000 puntos gordos que representen los elementos del conjunto M. El conjunto F de los gastos de producción comprende 200 puntos gordos menos que el conjunto M.

Representa el conjunto F como subconjunto del conjunto M y da la respuesta a la cuestión siguiente: ¿Cuál es el cardinal del conjunto B de los beneficios? Dibuje B con color rojo.


L.O.G.S.E.:

Un agricultor vende un saco de patatas por 1000 ptas. Los gastos de producción se elevan a 800 ptas. y el beneficio es de 200 ptas.

Actividad: subraya la palabra "patata" y discute sobre ella con tu compañero.


LA PRÓXIMA REFORMA:

"El tío Ebaristo, lavriego, burges, latifundista espanyol, facista espekulador i intermediario es un Kapitalista insolidario y centralista q saenriquecido con 200 pelas al bender espekulando un mogollón d patatas. Bibe al hoeste de Madrid esplotando ha los magrevies. Lleba a sus ijos a un ejuela de pago".

Analiza el texto, busca las faltas de sintaxis, de ortografía, de puntuación, y si no las ves no te traumatices, que no pasa nada. Escribe tono, politono o sonitono EVA y enví­a unos sms a tus colegas.


Decía que la realidad no supera a la ficción, ¡exagerado que soy!... pero la puede seguir de cerca. Depende de tod@s que la realidad sea mejor: de gobernantes, de educadores, de mucha gente y, por supuesto, de las familias, sin importar colores ni texturas. Por supuesto, que el alumnado quiera esforzarse también cuenta, y mucho. Responsabilidad, por tanto, de familia y docentes al educar sin que falten valores como ese.
Bonita palabra esa, ¡esfuerzo!

sábado, 11 de febrero de 2012

More or less


Exchange English for Spanish speaking

Hello! Thank you to read this.
I got this writing because I would like to improve my English, above all my speaking and listening.
If you would be interested to improve your Spanish, you met your new Spanish teacher and, of course, I would be enchanted that you could help me in my English.
'It could be possible by skype or if you are in Alicante (Spain)', once or twice a week it would be OK.
Anyway, I would like to read your comments about this blog or to read your own blog and I will write to you as soon as I can.
Best wishes.

A la sierra de Redován

Me quedó por preguntar,
casi no lo creerás,
si tenías que contar.

Tanto y tanto escrito,
en domingo y a cualquier hora;
tantas y tantas lágrimas,
en casa y en cualquier lugar.

Tantos sueños en papel
y no los supe escuchar,
ni ver, ni copiar, ni llorar.

¿Qué me quieres enseñar?,
¿qué más quieres dibujar?,
¿qué escribiste hoy sin más?,
¿cómo me puedo enterar?

Me quedó por preguntar,
casi no lo creerás,
si tenías que contar.

¡Cuántas historias viviste!,
algunas sí disfruté,
¡cuántas se perdieron!,
otras, en cambio, frustré.

Qué pena no saber,
en cada momento, aprender;
unas veces, a escuchar
y todas a entender.

Me quedó por preguntar,
casi no lo creerás,
qué me querías contar.

jueves, 2 de febrero de 2012

Otro escrito por "El ojo crítico"

Desde que había recibido la llamada del pequeño Nicola, daba vueltas a la cabeza, me preguntaba qué podía querer de una médium el grupo de mafiosos al que representaba. Todo el pueblo sabía quienes eran los clientes de Nicola. Desde pequeño, como su padre, sólo tuvo amigos poderosos. Eso hasta que se graduó como abogado, ahora no sólo eran amigos poderosos, eran amigos peligrosos.
Recuerdo a Nicola de niño, ¡cuántas tardes y noches pasamos muchos vecinos sentados en el portal entretenidos mientras él escuchaba! No interrumpía a nadie, escuchaba con atención. Aprendía.
Cuando esa mañana llamaron a la puerta, la abrí e hice pasar a Nicola y a sus dos acompañantes, a Don Camilo y a un corpulento muchacho. Pasaron a mi despacho.
Nadie dijo más que un “buenos días”. Habló Nicola: “Don Camilo cree que su papá y el mío dejaron un asunto sin terminar. Queremos hablar con ellos”.
Supe inmediatamente de qué se trataba.

domingo, 15 de enero de 2012

Un escrito cualquiera, a propósito del programa radiofónico "El ojo crítico"

Allí estábamos los tres: la matemático, el imbécil y yo.
Llegué demasiado pronto. Calculé mal, el primero, más que puntual, impuntual.
No así la matemático. Llegó tan en punto que pensé que era la entrevistadora. Se sentó a mi lado tras confirmar su cita, a la misma hora que la mía. Abrió un libro que sacó del bolso: "Matemáticas más que avanzadas". Después de dos teoremas, apareció otra persona.
Entró casi corriendo. Preguntó, no, gritó preguntando si "era aquí lo del trabajo ese". Sí. Miré las gráficas del libro avanzado.
Ese día, tras la entrevista, donde estuvimos los tres, aprendí que no importa llegar primero, tampoco es determinante ser el más avanzado. Lo más importante es no necesitar lo ansiado y, también, avanzar primero porque ni el imbécil lo resultó tanto, ni las matemáticas son las de antes ni yo... 
¿Adivinas quien consiguió ese empleo? Ya ni me acuerdo.

Pequeño avance de camino a Santiago


CAMINO A SANTIAGO, desde Sarria
Jueves 2 de julio de 2.009.
Salimos después de todo, después de muchos momentos, difíciles, después de momentos muy buenos, después de obtener las bendiciones salimos en busca de…
No sé si buscamos algo, sí que salimos, creo, para empezar a agradecer los momentos que se sucedieron, para seguir dando más sentido a nuestras vidas.
Decía que salimos y empieza el camino a bordo del segundo tren, en un departamento con cuatro literas. Las dos superiores para nosotros, las inferiores las ocupan un francés con destino a León y un español con destino a Ferrol, todos caminantes, todos vecinos esta noche.
Voy a descansar. Recién cenado, un chusquito, una manzana y líquido, suficiente para este rato de litera, insuficiente para mañana. Quini comió poco también, ni manzana siquiera. Mañana más. Mañana empezamos. Voy a descansar.

Viernes, (a 113 Km y pico).
Sonó la alarma. ¡Vamos allá!
Desayuno en la estación de Sarria, concha, sello y un buen consejo:
- El camino por allí. Buen camino.
Vamos si sonó la alarma. Saltaron todas ellas. Empezamos con brío, con entusiasmo. Pasaron los kilómetros y los ‘buenos días’, los ‘buen camino’, los ‘igualmente’, y llegaron las primeras cuestas en serio. ¡Ay!, las cuestas.
En una de ellas, pero cuesta abajo, paramos a almorzar, la “Bodeguiña del Obradoiro”, un sitio muy bonito, tranquilo y con inmejorable terraza para un pseudoperegrino con ganas. Era un alivio quitarse la mochila y era un delirio poder andar sin ella. Un bocata y un refresco, coca-cola para dos, jamón y queso y tortilla de patatas en pan calentísimo.
Cuando comimos, ambos con los pies descalzos, nos cambiamos los calcetines y, repuestos, nos repusimos las mochilas y seguimos acercándonos a Santiago. A partir de innumerables cuestas venideras, el cansancio fue apareciendo y también las molestias en corvas, pies y muslos.
Paramos a beber, a rebuscar fuerzas, pero éstas se caían al reanudar la marcha, cuando las cuestas se empeñaban en apuntar bien lejos. Paramos a comer, había que comprar agua, la habíamos agotado hacía muchos metros, muchos. Espaguetis, fruta y líquidos. Bastó para recolocarnos las mochilas.
De ahí arrancamos tocados, no por haber cruzado el salón de los dueños de la pensión durante su comida ni por haberles hecho levantarse, ¡qué aproveche y perdonen!, gracias. No, por eso no. Intentamos olvidar el cansancio allí, aún quedaba un trecho, el siguiente. Una cuesta y poca gente, ninguna aquel mediodía. Hasta el sol nos miraba entonces.
Desesperados, a buen ritmo, cansados, nos arrastrábamos hasta Ventas de Narón, todo subida, menos sol y más asfalto ahora. La aldea debía esperar cerca. Habitaciones con baño, leímos. Allí nos dirigimos. Allí nos quedamos, 35 Km hoy. Rodeados de gente amable, una vaquería y muchas moscas, nos sentíamos en el paraíso.
Costó mucho repararse para conseguir ducharnos. Un buen rato sobre la colcha, con la mochila suficientemente lejos de nuestras espaldas y nuestros pies descalzados y sin oler el suelo. Aquel rato hizo que pensáramos en la ducha, también las risas, también pensar en dos cervezas fresquitas.
Después de esas duchas -no fue fácil entrar ni salir-, después de lavar la ropa y volver a descansar, después de una cerveza fresquita con almendras, después de eso y descansar, una cena copiosa y tranquila nos calmó mucho. Ensalada, empanada y pedazo plato de huevos, patatas y mucho bacon, postre, cerveza y hasta vino que sentó bien.
En el comedor no había nadie más y hasta allí llegaron dos peregrinos holandeses, ciclistas y aprendices de castellano. Se empaparon de las noticias, absolutamente de todo lo que consiguieron entender, les partieron su bocadillo de chorizo y no compartieron sus copas de vino, cada uno la suya. Al día siguiente les veíamos pasar, cada uno con su bicicleta.
Ya cenados, unos treinta metros que andar hasta la habitación, hicimos unos cincuenta por ver la colada. La ropa mojada, chorreando, nosotros secos, flaqueando, pero menos, mucho menos. Pensando en mañana, pensando en Alicante y en quienes allí nos esperan.
Veremos cómo amanece, cómo amanecemos y cómo pesa la mochila. Buenas noches tengamos. Buen día y buen camino. Vamos a descansar. Buenas noches.

Sábado, (a 78 Km).
Nos levantamos. Bueno, es un comienzo prometedor. Nos duele todo pero no faltan sonrisas. Hasta el desayuno es fácil arrastrarse, ¡qué de moscas! ¡Buen camino!
Comenzamos después de camuflarnos la mochila con la colada húmeda, muy húmeda, con el sello de una niebla gallega y un tufillo a vaquería de las buenas.
Quini lucía tan solo unos calcetines negros como rabos de toro colgados sutil e imperdiblemente de su mochila. Podía decirse que lucía un bamboleo gracioso.
Lo mío era otra historia. Mi colada fue más copiosa y no pensó en ningún momento en secarse. Los pantalones, chorreando, hacían por rozarme la pierna izquierda a cada paso. La toalla naranjita, un calzón negro y una camiseta blanca dejaron de ser fieles a un color único y se mimetizaron al abrirse el perdible con el que los colgué a la mochila. Cayeron al suelo. No habían pasado las vacas todavía. Otros calcetines, hasta ocho, que un día fueron blancos, se balanceaban al costado derecho de la mochila asomándose para ver el camino.
Bueno, pues los primeros kilómetros fueron llevaderos. Estábamos sorprendidos de nuestro buen estado físico, aceptable, suficiente. Nuestro estado anímico estaba radiante, el Sol no. Cuando apareció éste, nuestros colgantes seguían chorreando. Los míos chorreaban de todo.
El camino se hacía llevadero pero no fácil. Había muchas menos cuestas que el día pasado, las que subían picaban mucho y las que bajaban no picaban nada menos. Los caminos eran de asfalto, de piedras, de chinas, de tierras acolchaditas con paja y hojas, ¡ay, qué ricas éstas!
Sí, nos dimos cuenta de que el cansancio de ayer no se había quedado en Ventas de Narón, ni siquiera colgaba junto a los calcetines, ni tan siquiera pesaba en el interior de la mochila, sí, se había pegado a nuestros pies, piernas y pantorrillas con poco cariño pero mucho entusiasmo. Paramos en la farmacia de un pueblo, sí, pueblo, Palas de Rey, con sus calles y hasta semáforos, con el consiguiente peligro de cruzar ¿corriendo? entre coches más rápidos que un tractor o una vaca, con gente en tiendas y bares…
Tras la venda vendida, compramos dos bocatas de lomo y queso con coca-cola. Bonito y cómodo lugar Ca Forna o algo así. Parece que Carlos Herrera comió allí la última vez que hizo el camino. Nosotros almorzamos también. De allí a por otra venda y de nuevo en marcha.
Cada parada ayuda a reponerse un poco, sobre todo cuando estás sentado. Si te quitas los calcetines, te descuelgas la mochila y te sientas o te acuestas, es la h… Pero después hay que arrancar, hoy arrancamos de mala gana un par de veces. La última, tras quitarnos las botas uno y las zapatillas otro, nos dejó tocados. El empeine de uno y otro estaban maltrechos y la luz roja encendida ayer comenzó a cortocircuitarse y echar humo. Nos costó mucho llegar al segundo punto en que sellamos la credencial hoy. La cuesta del autosello, la primera, se recordó como un paseo de niños comparada con las escaleras de acceso al Templo del Cristo, Parroquia de San Juan, nueve o diez peldañitos de nada, ni una altura completa de piso. Subimos por turnos. Ahí nos selló una chica que nos dio una alegría, un kilómetro a Melide, para descansar por hoy. Bajamos como pudimos los peldaños, todos.
Hacía tiempo que no habíamos visto los postes kilométricos y temíamos haber calculado mal nuestros pasos y paseos. Queríamos estar cerca y lo estábamos. Nada, nada, un kilómetro es nada. La chica de antes no nos dijo que ese kilómetro era de subida por camino de chinitas y que el Sol pasaba lista en voz alta a los peregrinos. Se le olvidó a la buena chica, buen corazón el de ella y buena vista, nos vio rotos.
Devoramos ese kilómetro con los ojos puestos en el pueblo, un cartel de hotelito nos tentó, hicimos un kilómetro extra para llegar a los 29. No había habitación, había boda. De nuevo cuesta arriba hasta llegar a la altura de la iglesia y allí, a preguntar Xaneiro, un hotelito donde descargar cansancio.
- No tenéis reserva. Bueno, pero tengo una habitación con dos camas. ¿Es eso lo que necesitáis?
Uy, ¡qué susto!
- Sí, sí, eso es.
Con el comedor a punto de cerrar, eran las 15:20 h, hicimos lo que pudimos por ducharnos en un cuarto de hora bien largo. Teníamos hambre, mucha, pero necesitábamos ayuda uno del otro para salir de la bañera, ¡malditas las prisas! Las piernas no se alzaban como se les ordenaba. Por turnos nos duchamos, por turnos nos ayudamos. A la vez y de milagro, sin mochilas, nos bajamos en el ascensorito. Rumbo al comedor, ya cerrado, sólo unos metros. Entremeses y carne a la milanesa, no quedaban lentejas. A descansar y a esperar que el cuerpo recuerde mejores tiempos. Haciendo memoria, mañana esperamos estar como hoy al alba.
Tras descansar, salimos a cenar a una pulpería. Pulpo, pimientos rellenos y ternera, postre y café, de nuevo a la habitación. ¡Vaya un brío que paseamos por Melide!
Con la mente puesta en Santiago, en muchos motivos por los que estar allí, en las personitas que echábamos de menos, en recuperar y tener buen camino mañana también, nos acostamos estirando piernas, pies con sus deditos, espalda…
Vamos, vamos, la estrategia de mañana: ¡buen camino!, la de ahora: ¡buen sueño!

Domingo, (a 50 Km).
Buenos días. Escribo casi sin moverme. Hay miedo a levantarse, a no tener buenas sensaciones, a que las molestias no hayan menguado. ¡Hay ganas de seguir! Duele pero no tanto, no hemos empezado aún.
Objetivo: desayuno. Después, andar y andar, tenemos todo el día. Objetivo: llegar. ¡Nos levantamos!
Comenzamos en busca de una farmacia, no están abiertas, ninguna de las dos en Melide. Seguimos por el camino. Empezamos bien y vamos mejor con nuestros empeines cuando la cuesta es hacia arriba. Hoy, nos advirtieron, muchas van a ser hacia abajo.
En una de las cuestas más duras, ésta por larga, por empinadilla también, de más de un kilómetro, con pendientes variables, aparecen un buen número de peregrinos, bastantes. Desde la mañana del primer día, no habíamos coincidido con grupos numerosos. Todos andamos con el mismo propósito, llegar al destino fijado, al destino más nombrado, un infinito “buen camino” se escucha entre bosques, caminos, carreteras y pueblos. No es sólo entre peregrinos, también los lugareños lo desean. Viven a orillas del camino, miran a muchos peregrinos y casi somos vecinos de un trecho, al que vamos llegando, vecinos nuevos cada día que se quedan lo que tardan en perderse en el horizonte o, como mucho, lo que tardan en reponer fuerzas, o curarse, o apretar los cordones, o hacer una foto.
Cuántas historias, cuántas personas hemos andado juntas estos días, andamos todavía. Hoy, después de unas horas, llegamos a la Iglesia de San Juan de Boente, allí volvimos a sellar. De nuevo partimos y había unos pasos que dar hasta Arzúa. Allí almorzamos, allí no sellamos pero sí descansamos. Encontramos una farmacia abierta y rellenamos el botiquín, por si acaso. Había un tramo duro por delante, ningún servicio en ocho kilómetros, perdidos entre bosques, caballos y vacas, precioso todo, y fresquito, y lluvia intermitente que ponía a prueba nuestra destreza en descolgar mochila, sacar poncho, poner poncho, colgar mochila y arrancar de nuevo. Tras unas gotas, el camino picaba hacia arriba, el Sol hacia abajo y nosotros sudábamos. Tocaba descargar mochila, quitar poncho, meter poncho, colgar mochila y arrancar de nuevo. Demasiados arranques, la lluvia, sincronizada con la orografía y el sol, dejó de llamarnos la atención. Poco nos mojó. No hubo más poncho ese día.
Pasamos Arzúa y Quini encuentra y fabrica lo que el bosque ha tenido a bien compartir, un palo, una rama rota, un bastón natural que ayudará al otro lado del artificial en la tarea de andar en pendientes. Más tarde, el bosque proveerá con otra rama desechada que ayudará al menos crédulo. Gracias bosque y gracias Quini. Justo cuando todo era más difícil, cuando los dolores querían ver el lindo paisaje y disfrutar del camino, los bastones a pares ayudan y charlar también. Muchos fueron los temas tratados. Algunos los sabe hasta el apóstol Santiago y mañana, si Dios quiere, nos hará un guiño.
He de ensayar algún abrazo para estar a la altura cuando abrace al apóstol.
Bien, pues cansados sí, pero a qué ritmo llegamos al destino de hoy, muy cerca ya. Llegamos a buen ritmo, con cuatro palos, después de dar un rodeo por ver un albergue, cerrado hoy domingo, el de San Isidro, y después de andar unos cientos de metros más por no fijarnos en una flecha camuflada detrás de algo. Llegamos y preguntamos en Casa da Gallega, pensión de una mujer muy amable que nos atendió divinamente. Una ducha reparadora y una colada, la del día y restos, sirvieron para cambiar de peregrinos a señores de la casa puesto que el albergue estaba vacío, a nuestra única disposición. La gallega nos centrifugó la colada y tendió con nosotros, tuvo una especial atención y nos contó que sus primeros clientes fueron de Alicante. Nos sentimos muy a gusto, como ellos, seguro. ¡Bonito jardín, precioso!
A la cama un rato con los pies en alto antes de cenar, ¡qué hambre!
No quedan más que 19 Km. Hoy fueron más de 31 Km los que anduvimos. Mañana más. Mañana, … mañana.
¡Buena cena la de hoy también! Casi no tenemos mesa, la compartimos con dos Elias, madre e hija, de Bétera, la del dedo pulgar, muy fuertes ambas, médicas. Cenamos revuelto con vieiras y carrillada de ternera con salsa de queso exquisito. Estas cosas ayudan, como la sobremesa, muy agradable. Tardamos tanto en comer como en subir la calle hasta nuestra casita.
A dormir, a dormir, ya nos pusimos la dosis de linimento, casi nos bañamos en él, buen somnífero ese réflex. Mañana…

Lunes, 6 de julio, (a 19 Km).
Nos levantamos y, como estos días atrás, nos encontramos pesados y muy torpones. Los dolores mandan a la hora de moverse, fijan la velocidad del desplazamiento, la amplitud, hasta la mirada. Ayuda el ay, ay, ay pero ahora ya menos. Queda completar este camino, queda continuarlo, queda disfrutarlo hasta que lo volvamos a hacer. Sólo 19 Km. ¡A la ducha de nuevo! Ánimo.
Arrancamos, no desayunamos allí. Estaba cerrado donde el revuelto y la ternera. Iniciamos la marcha y no es muy alegre. Arrastramos mochila y molestias. Ya desayunamos, bar de bilbaíno, nos colgamos ritmo y alegría por si querían acompañarnos. Continuamos.
Hoy, cualquier cruce con peregrinos a pie o en bici era distinto. Sonreíamos con cierta complicidad, sabiendo que nuestros ojos verían hoy al apóstol, que nos habíamos vencido a nosotros mismos, que habíamos cumplido el deseo, la promesa, que era el día. El “buen camino” se tornó en “ya estamos cerca”, un “buenos días” o “buen día” la mar de significativo, o simplemente en un guiño de ojo y una leve sonrisa.
Ésta fue una etapa llevadera, corta aunque rompepiernas, de subidas y bajadas, en asfalto. En los últimos kilómetros no vimos puntos de referencia de la distancia a Santiago pero el horizonte era suficiente.
Llovía. Las rampas de Monte do Gozo eran el objetivo al principio y Santiago de Compostela era el objetivo final. Nos guardamos unos bordones, nos deshicimos de otros y disfrutamos del paseo hasta el centro de la ciudad. Era parte del premio saludar a la gente de Santiago con quienes nos cruzábamos en nuestros últimos metros. Esta gente andaba más fresca que nosotros pero igual de contenta.
Una vez que llegamos a la Catedral, además de lo impresionado por su grandeza, por su importancia histórica, por poder acercarnos al lugar donde es venerado Santiago, sentí, sentimos haber cumplido una pequeña gran aventura, difícil pero muy enriquecedora, llena de convivencia, solidaridad, empatía y simpatía. Ha sido como darnos un donativo a nosotros mismos cuando queríamos dar las gracias por la VIDA, por tener fuerza para afrontar situaciones de manera positiva, por creer en el esfuerzo, por creer en el futuro, por esos seres tan queridos que ayudan tanto.
Palmeé la espalda de Quini. Ya llegamos. Lo conseguimos. Nos acordamos de esfuerzos y de sufrimientos, de los malos momentos, de cómo mirar al frente con ilusión, con ilusiones adornadas.
Entramos en la Catedral, disfrutamos de ver ese lugar histórico, esa construcción grandiosa, y de ver la imagen del apóstol ante tantos peregrinos y visitantes.
Fuimos a recoger la compostelana, ese documento en latín que certifica haber creído en Santiago hasta cuando los problemas físicos alejaban la Catedral de nuestros pies. No es papel escrito, no. Es el carnet de quien habló con Santiago, de quien recibió de Santiago y de quien salda las cuentas pendientes, de quien valora el esfuerzo.
Es el papel que nos recordará un paisaje de bosques, de llanuras y montañas, de aldeas, de gente amable, de animales únicos -¡cacho babosas y pedazo vacas!-, de esfuerzo, de sacrificio, de dolor, de ayuda, de compañerismo.
En la casa del peregrino, allí, se pregunta por las motivaciones que te llevan a Santiago. ¡Cuántas motivaciones juntas!, y sólo hoy, un rato, muchos ratos, muchos días, muchas.
Después de la compostelana y teniendo en cuenta que nuestros peques esperan y nosotros no esperamos más que abrazarlos, ya vamos dando por concluido el camino.
Bueno, antes voy a darle un abrazo a Santiago. Entré por la puerta de la Plaza de la Platería, paseé por ese crucero y, sin tener claro qué lado sería el de la entrada, bajé unas escaleras hasta la cripta donde reposa el apóstol. Ahí estuve un rato y subí hasta el nivel de la catedral para volver a subir, ahora sí, a abrazar a Santiago.
No pensé en que allí habría para dar un donativo ni tampoco que habría tan poca cola o que ésta fuera tan rápido, ni tan siquiera que las escaleras fueran tan estrechas, demasiado para mi fiel compañera con esterilla y saco. El caso es que me tocaba abrazar a Santiago y yo estaba subiendo las escaleritas encajado, con la mochila en una mano y el monedero en la otra, buscando dinero suelto, con la gente esperando que yo saltara de ahí. Ahora sí había cola.
- Lo importante es lo importante.
Así que dejé la mochila en el suelo, detrás de mí, donde pude, interrumpiendo el paso de quien me seguía, sólo un momento, y con el monedero en una mano, le di el abrazo, un buen abrazo a Santiago, corto pero sentido, y tres besos. Después de cumplir con la frase leída detrás del Santo, agarré la mochila como dando permiso a quien me precedía y bajé las escaleras de nuevo encajado. Ya termina el viaje, ya terminó.
¡Ahora sí! Comimos lacón con grelos, miramos y compramos y nos aseamos, nos duchamos en el albergue del Seminario Menor. De ahí tomamos rumbo a la estación, andando naturalmente, y nos despedimos de Santiago y de la ciudad. Hasta pronto…
Dormiremos en el tren recordando lo vivido estos días y también lo vivido aquellos otros días, hace tiempo y no hace tanto tiempo. Escribo en la estación. Pronto saldremos. Pronto volvemos.

Martes, 7 de julio, San Fermín.
Despertamos y ya cerca de casa. Otro tren nos termina de conectar de nuevo. Ya hay ganas, muchas. Echamos de menos los abrazos y los besos, los llantos y las atenciones diarias, la sonrisa y la risa de los peques.
Ha sido muy duro alejarse de la familia, más de lo que pensaba, y, cansados, cada día nos separábamos más. No éramos completos dueños de nuestros movimientos, torpes de piernas, con la idea de recuperar lo mejor posible para seguir, la mente fresca, lúcidos en intención, nos separábamos deseando acercarnos.

Cada día, gracias a las mamás que cuidaron mucho a los reyes de la casa. Un abrazo de María, Ximo y Alfonso hubieran bastado para empezar cada día como casi nuevos.
Ya falta poco pues para esa recuperación total. Hasta ahora mismo.

Quini y Alfonso vieron al apóstol el seis de julio de 2.009 y pasaron por aquí.